Hoy no vengo a convertirte al veganismo ni a anunciarte mi cambio a una dieta 100% basada en plantas. Eso sería demasiado predecible, ¿no crees?
Lo que sí es cierto es que todos, en algún momento, hemos escuchado que deberíamos reducir el consumo de productos de origen animal. Y sí, esto tiene que ver con ser considerados hacia nuestro planeta.
Pero vamos al grano: mi punto aquí no es únicamente respetar la Tierra, sino cómo esta idea se entrelaza con la vida moderna que llevamos, una vida afanada que influye sobre nuestras elecciones alimentarias. ¿Sabías que cocinar para uno mismo ahora se considera una especie de “lujo”? Sí, quién lo diría... Yo no solo lo veo como un lujo, sino como una oportunidad para consentirnos, mejorar nuestra salud y, ¿por qué no?, sentirnos un poco como chefs.
No estoy aquí para proclamar el veganismo como la salvación del mundo; hay expertos para eso, y yo, claramente, no soy uno de ellos. Lo que sí creo es que la clave está en la flexibilidad y adaptación. Encontrar un equilibrio en nuestra relación con la alimentación y el planeta puede ser más sencillo (¡y divertido!) de lo que imaginas.
Este post es una invitación a explorar otras formas de alimentación, a descubrir maneras más creativas de relacionarnos y ser flexibles con nuestra dieta. Esto incluye, por supuesto, incorporar más vegetales en nuestros platos.
Imagina descubrir sabores y texturas desconocidos para tu paladar, jugar con colores en tu plato y transformar la cocina, que muchos consideran "aburrida y tediosa", en un espacio lleno de diversión.
Cocinar nos abre las puertas a un universo de creatividad, donde somos libres de explorar creando platos que nutren tanto nuestro cuerpo como nuestra alma. Porque comer plantas no significa comer solo lechuga y tomate; se trata de atreverse a experimentar y encontrar inspiración en lo simple.